Resumen:
La primera enseñanza del Maestro Francisco Díaz es que: a la plata “hay que hablarle bonito”, de otra forma no hará lo que tú quieras. En sus manos está considerada como un ser vivo, cuyo carácter es el conjunto de leyes físicas al que la plata responde, y cuya alma es su intrínseca belleza. Hay que empeñarse en conocerla a fondo, con dedicación, tiempo y paciencia, hasta alcanzar una unidad, entre mente, mano y materia, por medio de la cual el trabajo fluye constantemente. Esto es lo que se percibe viendo trabajar al Maestro Francisco. Él nos comenta que, si la plata “se diese a una persona noble y generosa, lo que va a hacer va a ser noble, porque ella está participando, ella te está diciendo: ‘aquí estoy’. Sin ella no harías nada, es decir que ella se presta…”. Es una cuestión de alquimia entre el material y el artista.