Revista Cubana de Información en
Ciencias de la Salud
E-ISSN: 2307-2113
rcicsalud@infomed.sld.cu
Centro Nacional de Información de
Ciencias Médicas
Cuba
Linares Columbié, Radamés
La Bibliotecología en dos tiempos
Revista Cubana de Información en Ciencias de la Salud, vol. 26, núm. 4, octubre-
diciembre, 2015, pp. 347-361
Centro Nacional de Información de Ciencias Médicas
Ciudad de La Habana, Cuba
Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=377645763004
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ARTÍCULO ORIGINAL
La Bibliotecología en dos tiempos
Library science at two moments in time
A Bibliotecología em dois tempos
Radamés Linares Columbié
Departamento de Ciencias de la Información. Facultad de Comunicación de la
Universidad de La Habana. La Habana, Cuba.
RESUMEN
Con el objetivo de analizar el devenir histórico de la Bibliotecología en dos
momentos particulares de su desarrollo, que resultan determinantes en su
estructuración como espacio de conocimientos, se utilizó como punto de partida
una división cronológica que responde a los períodos temporales en que transcurre
la existencia de este campo, y se examinan en cada uno determinadas variables
que inciden en su conformación y peculiaridades. El análisis se realizó mediante una
investigación bibliográfica. Se identificaron dos tiempos en el desarrollo histórico de
la Bibliotecología y se establecieron sus principales características y diferencias. La
Bibliotecología como espacio de conocimiento se conformó bajo marcos temporales
diversos y desiguales. La constitución formal de este espacio se inserta en el siglo
XIX, donde confluyeron múltiples factores que facilitaron su establecimiento y que
van desde su notable conexión con la práctica bibliotecaria hasta su postulación
como disciplina de estudios. De otra parte, la renovación tecnológica y los cambios
en el papel de la información caracterizadoras del siglo XX impulsaron el nacimiento
de nuevas áreas de estudio en el campo informacional y documental; desde
entonces, la Bibliotecología se inserta en un inevitable diálogo e intercambio con
esos emergentes campos de conocimientos.
Palabras clave: Bibliotecología, historia de la Bibliotecología, documentación,
Ciencia de la Información.
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ABSTRACTS
With the aim to analyze the history of library science at two particular moments of
its development, which were decisive for its structuring as a knowledge area, the
starting point used was a time line including the periods into which the history of
library science is divided. Each period was examined using variables affecting their
structure and distinguishing features. The analysis was based on bibliographic
research. Two time points were selected along the historical development of library
science, and their main characteristics and differences were identified. As a
knowledge area, library science was shaped up along a variety of different time
frames. From a formal point of view, library science emerged in the 19th century,
when a large number of factors coincided which facilitated its development: from its
notable relationship to library practice to its postulation as a study discipline. On
the other hand, the technological advances and changes in the role of information
witnessed by the 20th century fostered the emergence of new fields of study in the
area of information and document analysis. Ever since then, library science has
been involved in a permanent dialogue and exchange with those fields of study.
Key words: Library Science, history of library science, documentation, Information
Science.
RESUMO
Com o objetivo de analisar o devir histórico da Bibliotecología em dois momentos
particulares do seu desenvolvimento, que resultam determinantes na sua
estruturação como espaço de conhecimentos, foi utilizada como ponto de partida
uma divisão cronológica que responde aos períodos temporais em que decorre a
existência deste campo. Foram testadas determinadas variáveis em cada um, que
incidem sobre sua conformação e peculiaridades. A análise foi realizada mediante
uma investigação bibliográfica. Identificaram-se dois tempos no desenvolvimento
histórico da Bibliotecologia e foram estabelecidas suas principais caraterísticas e
diferenças. a Bibliotecologia como espaço de conhecimento foi conformada sob
enquadramentos temporais diversos e desiguais. A constituição formal deste espaço
é inserta no século XIX, onde confluíram múltiples fatores que facilitaram seu
estabelecimento e que vão desde sua notável conexão com a prática bibliotecária
até sua postulação como disciplina de estudos. Por outra parte, a renovação
tecnológica e as mudanças no papel da informação caracterizadora do século XX
impulsionaram a nascença de novas áreas de estudo no campo informacional e
documental; desde então, a Bibliotecologia se inserta em um inevitável diálogo e
intercambio con esses emergentes campos de conhecimentos.
Palavras chave: Bibliotecologia, história da Bibliotecologia, documentação, Ciência
da Informação.
INTRODUCCIÓN
La Bibliotecología y la Archivística tienen una indiscutible exclusividad histórica.
Fueron las primeras disciplinas que iniciaron lo que usualmente denominamos
espacio informacional. Esa primacía se expresó en su identificación formal como
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espacios de estudios sobre puntuales aspectos de la realidad informativa y
documental desde el siglo XIX.
Cualquier aproximación histórica referida al entorno bibliotecológico remite a la
biblioteca como institución que lo caracteriza, cuyos orígenes anteceden a la
conformación del campo de estudios propiamente dicho. Aunque es preciso apuntar
que la milenaria historia bibliotecaria muestra una estrecha vinculación con otras
instituciones informativas; así por ejemplo, en el denominado período pre-moderno
las "bibliotecas", "archivos" y "museos" ocuparon un solo espacio, en el que no
existía una separación significativa entre sus colecciones, funciones y
profesionales.1 A pesar de este contexto, las consideraciones que aparecen en este
texto están referidas exclusivamente al campo bibliotecario y no necesariamente al
decursar histórico de esas otras instituciones informativo-documentales.
Estos apuntes se detienen en un acercamiento a los tiempos históricos en que
transcurre la Bibliotecología como disciplina o campo de conocimiento, más allá del
tradicional enfoque centrado en "objetos e instituciones" que se ocupan casi
únicamente del desarrollo de libro y muy particularmente de las bibliotecas. Aunque
los acercamientos históricos en cualquier terreno siempre conllevan una
aproximación al objeto de estudio, se prefirió este tipo de abordaje por considerarlo
escasamente asumido para el caso de la Bibliotecología. Una de las temáticas
centrales en cualquier propuesta de examen histórico es el referido a la
periodización o etapas en las que es posible fragmentar su decursar. Este estudio
pretende periodizar y analizar el devenir histórico de la Bibliotecología en dos
momentos históricos distintos; pero que, a su vez, determinaron sus rasgos
esenciales.
En consecuencia, los tiempos de la Bibliotecología no serán otros que los períodos
en que transcurre la propia existencia de este campo, solo que su examen se
sustentará en la hegemonía de la práctica bibliotecaria, en un primer momento, y
en los esfuerzos por constituirse como disciplina de estudio; y un segundo período,
fuertemente influido por el proceso de surgimiento y desarrollo de otros saberes
informativo-documentales, que inevitablemente determinarán sus características,
como consecuencia del cambio informacional ocurrido en el siglo XX. La división
temporal que se propone se enfoca en los aconteceres que subyacen en la creación
y desarrollo de este campo de estudios, y se determina en "dos tiempos":
Primer tiempo: la Bibliotecología originaria o fundacional en la que se inscribe la
creación del campo de conocimiento, donde se examinarán las circunstancias
epocales que condicionan este proceso, y se analizará cómo la práctica pauta
los quehaceres bibliotecarios hasta que nuevas circunstancias sociales,
económicas y científicas impulsan la creación de un cuerpo de conocimientos
que regulara la dinámica bibliotecaria, distanciado de lo empírico y sustentado
en técnicas, normas y reglas no precisamente espontáneas.
Segundo tiempo: la Bibliotecología insertada en las circunstancias de la
declinación del proyecto de modernidad, desde la segunda mitad del siglo XX
hasta nuestros días, en las que van a jugar un papel determinante las
Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, sin excluir las
complejidades políticas y económicas de la época. Estas circunstancias alteran
el quehacer bibliotecológico en todas sus dimensiones y generan una nueva
lectura de la Bibliotecología, en la que coexiste con campos de conocimientos
que también se redefinen como pertenecientes al espacio informacional y
documental.
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PERÍODOS DE LA BIBLIOTECOLOGÍA
PRIMER TIEMPO: LA PRÁCTICA BIBLIOTECARIA Y LA BIBLIOTECOLOGÍA
Como afirman A. P. Dos Santos y M. E. Fonseca,2 "La necesidad de organizar,
conservar y divulgar los documentos, desde los inicios de la escritura hasta la
época moderna, llevó a las bibliotecas a crear una serie de procedimientos y
métodos que, a pesar de poseer un carácter eminentemente técnico, buscaban la
solución de problemas prácticos logrando conformar un conjunto de técnicas y
rutinas que, a lo largo del tiempo, se constituirían en la base de la futura
Bibliotecología".
Los escenarios históricos en que se fragua la Bibliotecología fueron diversos y
atípicos. Una de las muestras más elocuentes es el determinante papel que jugó la
práctica en la conformación del espacio bibliotecológico. La conocida identificación
que existe, en algunos autores, entre la historia de la institución bibliotecaria y la
disciplina de estudios que la tiene por objeto puede considerarse como
consecuencia de esta determinada evidencia histórica, en la que primero surgió y
se desarrolló la práctica bibliotecaria y solo después se constituyó la disciplina
denominada Bibliotecología. Por eso, la práctica bibliotecaria es un punto de partida
ineludible, tanto como fundamento de los incuestionables logros del quehacer
bibliotecario a lo largo de la historia, como también de algunas de las visiones
estrechas que la circundan.
El largo proceso histórico que dio origen al hombre se caracteriza distintivamente
por la existencia de unas relaciones sociales en las que el hombre es tanto
producto, como generador de estas. En dicho contexto son determinantes, incluso
para su propia existencia, los procesos de comunicación y su ingrediente esencial,
la información. Las formas de comunicación en los momentos iniciales transitaron
desde la gestualidad hasta la aparición de las primeras formas del lenguaje.
La comunicación oral, sustentada en el lenguaje, es producto de complejas
circunstancias biológicas y sociales humanas; de ahí que intercambiar, transmitir y
recibir información se potencia, en estos momentos iniciales de la historia humana,
al alcanzarse el dominio de esta forma de comunicación. Este acontecer se inscribe
en los marcos de la comunidad primitiva o prehistoria, donde el propio desarrollo de
las circunstancias materiales y espirituales del hombre hicieron factible comunicar
información necesaria para la propia existencia humana. Sin embargo, la
información comunicada oralmente poseía indiscutibles limitaciones para su
preservación y difusión en tiempo y espacio. Estas carencias, asociadas a una
determinada coyuntura económica, social y cultural, favorecieron la aparición de
otras formas comunicativas, capaces de solucionar las dificultades de la oralidad.
El proceso de gestación de la práctica bibliotecaria se enmarca en las primeras
instituciones que actualmente denominamos bibliotecas y que son el resultado de
una situación histórica que se inicia con la aparición de la escritura cuyos orígenes
se remontan a más de 4 000 años, y Mesopotamia fue su indiscutible cuna; allí se
fueron desarrollando las incipientes formas de escritura y las primeras bibliotecas
creadas por la humanidad.3 La escritura, como nueva modificación comunicativa,
trae consigo la aparición de los soportes para el registro de la información que se
deseaba transmitir y conservar. Esta transformación permite a la humanidad el
tránsito de una cultura básicamente acústica, sustentada en la oralidad, hacia una
escritura que permitió una auténtica y necesaria coexistencia de ambas formas
comunicativas.
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Este proceso tuvo particulares maneras de manifestarse en los diversos territorios
que fueron ideando sistemas de escritura, durante esa larga etapa histórica
conocida como antigüedad. En Mesopotamia la práctica de la escritura se redujo a
las actividades contables y administrativas, necesarias a los reinos o imperios
dominantes, y limitadamente en otras esferas. Los primeros soportes de la
escritura en este contexto fueron las célebres tabletas de arcilla; en ellas se
asentaron los primeros libros creados por la humanidad. Con esto surge el libro
como objeto informativo indisolublemente vinculado a las bibliotecas.
Las circunstancias originarias de las bibliotecas se ubican en este contexto espacial
y temporal. En Ebla, Ur y Ninive, todos territorios mesopotámicos, se conformaron
las primeras bibliotecas de la historia 4 000 o 5 000 años atrás; sus colecciones
reunían documentos contables, administrativos y la escasa producción literaria de la
época en forma escrita, dada el peso de la oralidad en la difusión de esta expresión
cultural. No es difícil percibir que la creación de esta institución pretendía,
inicialmente, coleccionar, organizar y preservar documentos diversos, muy lejos de
las funciones que paulatinamente va a ir adquiriendo.4
En esta etapa originaria de las bibliotecas, su conformación se remitía a tratar de
organizar, almacenar y conservar los diversos registros escritos. Esta labor de
estructuración de las denominadas colecciones y su preservación se hizo asentada
en el sentido común, el cual fue el punto de partida de una práctica que
progresivamente, en función de otras circunstancias históricas, irá alcanzando
nuevas formas de materializarse. Esta práctica bibliotecaria, que no partió de
ninguna elaboración teórica previa, fue necesariamente dominante en todo ese
período histórico.
En estos tiempos los diversos objetos (tabletas de arcilla, papiros, pergaminos)
eran los materiales en los que se inscribían los sistemas de escritura,
conformadores de las colecciones que se conservaban y custodiaban. Todo esto
confiere una nota distintiva a la institución bibliotecaria de estos tiempos
originarios, la de coleccionar, custodiar, conservar y ocasionalmente utilizar objetos
informativos, pues no fue el acceso el propósito fundamental de estas instituciones.
La hegemonía de la práctica hasta llegado el siglo XVII, en el sentido señalado,
siguió pautando este espacio y solo la aparición del Advis pour dresser une
bibliothéque, de Gabriel Naudé (1600-1653), publicado en 1627, coloca en este
escenario la primera sistematización significativa de la práctica bibliotecaria. Sin
embargo, las proposiciones de Naudé fueron más allá del aspecto organizativo
bibliotecario, pues se introdujo en el debate ideológico de la naciente modernidad,
donde fue capaz de postular la sustitución de la autoridad espiritual de la iglesia por
la autoridad bibliográfica de esa máquina cultural, que es la biblioteca, e hizo notar
su influencia social y cultural como institución.3
La constitución de la Bibliotecología como disciplina
La práctica bibliotecaria posterior a las consideraciones de G. Naudé inicia un largo
proceso de profundización facilitador de la nesis de la Bibliotecología y que tiene
al siglo XIX como su momento de mayor significación. Según Araujo,5"Por fin, con
el establecimiento de la ciencia moderna como forma de producción de
conocimiento, también el campo de las humanidades se vio convocado a
constituirse como ciencia. Surgirían en el siglo XIX aquellos que serían los
precursores del establecimiento del proyecto de constitución científica de la
Bibliotecología: la consolidación de teorías y reglas de catalogación (como las de
Panizzi, de 1841, y de Jewet, de 1852) y de los sistemas de clasificación
bibliográfica (fue el más importante el de Dewey, de 1876). El modelo de ciencia,
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entonces dominante, proveniente de las ciencias exactas y naturales, centrado en
la búsqueda de regularidades, establecimiento de leyes, ideal matemático e
intervención en la naturaleza por medio de procesos técnicos y tecnológicos, se
expandió para las ciencias sociales y humanas a través del positivismo. Ese es el
modelo que inspiró a las pioneras conformaciones científicas de la Bibliotecología
que privilegió los procedimientos técnicos de intervención: la catalogación y la
clasificación"
El escenario del siglo XIX agrupa una pluralidad de acontecimientos de relevante
significación para todos los saberes de la época. Este entorno conjuga cambios
económicos, sociales, políticos, intelectuales y tecnológicosade tal magnitud que se
generaron las condiciones ideales para que ciertas prácticas e instituciones de
relevante valor, intentaran reconfigurarse en los marcos de nuevas disciplinas. Es
así como la Revolución Industrial, con todas las invenciones tecnológicas que la
caracterizaron, e identificada como un complejo proceso de cambios conducentes a
la sustitución de la fuerza física del hombre por la energía de las máquinas, se
convierte en uno de los factores clave de las profundas transformaciones de la
sociedad europea desde los inicios del siglo XIX. Junto a estas transformaciones, se
produce también el momento fundacional de las Ciencias Sociales y del desarrollo
impetuoso de las Ciencias Naturales, donde las primeras son una espacie de
respuesta en el plano científico a las demandas y problemas de esa época.
El acelerado proceso de industrialización trajo aparejado un fuerte movimiento
migratorio del campo a la ciudad, que necesitaba de la ampliación de la actividad
educacional, necesaria para el manejo de las nuevas máquinas y una diversidad de
fenómenos y situaciones sin precedentes en la vida europea.4 En este contexto, la
propia existencia del nuevo orden industrial requería de individuos calificados para
enfrentar exitosamente las complejidades su funcionamiento. Así, la aparición de
bibliotecas públicas y especializadas fue un verdadero baluarte en la preparación de
grandes masas de obreros especializados.
En consecuencia, a la Bibliotecología se le comienza a identificar con un espacio de
conocimiento autónomo desde el siglo XIX, para ser más precisos, entre 1808 y
1829, Martin Schrettinger publica un estudio denominado "Ciencia de la Biblioteca",
donde trata de fundamentar las especificidades del nuevo saber enfocado en una
sola dirección: la biblioteca. Más allá de los debates en torno a la legitimidad de la
autoría de Schrettinger respecto a esta obra, puede considerársele, sin lugar a
dudas, iniciadora de la constitución formal del campo de conocimiento.
La "Ciencia de la Biblioteca" fue concebida por Schrettinger como una "disciplina
científico-técnica encargada de coordinar las fases de "búsqueda del libro y su
hallazgo". A su vez, propone entender a la biblioteca como "una colección
organizada de libros para su uso".6 A todo lo largo del siglo XIX prolifera la
aparición de normas, reglas, técnicas y procedimientos orientados a la
consolidación de los procesos centrales de la práctica bibliotecaria, la organización,
representación, conservación y custodia de las colecciones. Esta pujante
normatividad y tecnicismo van a ser un factor facilitador del establecimiento del
nuevo campo de estudio, signado por su enfoque exclusivo en la biblioteca. A esto
se añade la aparición, fundamentalmente en EE.UU. y Gran Bretaña, de los
primeros espacios de formación profesional universitaria y la creación de
asociaciones y publicaciones profesionalesb; todos elementos identificadores de la
emergencia de una disciplina científica o cuerpo de conocimiento institucionalizado:
la Bibliotecología. Otro elemento de capital importancia en el proceso de
construcción disciplinar de la Bibliotecología en este siglo es el sustantivo papel de
las bibliotecas públicas, pues durante la premodernidad no logró desarrollarse una
autentica diversidad de bibliotecas, más allá de las conocidas bibliotecas imperiales,
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monásticas, catedralicias y la excepcional existencia de bibliotecas públicas en
Grecia y Roma.
La modernidad reviste características que, sin lugar a dudas, representan una
ruptura con respecto a las sociedades precaplitalistas anteriores en todos los
terrenos. Esta debe ser entendida no solo como una determinada etapa histórica,
sino también como un proyecto social y cultural impulsado en el proceso de
ascenso del capitalismo como nueva forma de vida. Sus polémicos marcos
cronológicos, en estas reflexiones, están situados entre los siglos XVI y primera
mitad del XX donde se origina y desarrolla el capitalismo como un nuevo sistema
social, político, económico y cultural. Las bases de la actual cultura occidental
descansan en esa plataforma que se estructura en varios países de Europa,
inicialmente, y ulteriormente en Estados Unidos de América. Obviamente, la
modernidad también enmarcó al campo bibliotecario con muestras bastante
significativas; entre otras, es de destacar la aparición y desarrollo de la imprenta de
Johann Gutenberg, de implicaciones sustantivas en el terreno bibliotecario, así
como la conformación de una tipología bibliotecaria consistente, constatable en el
surgimiento de:
Bibliotecas nacionales.
Bibliotecas públicas.
Bibliotecas especializadas.
Las bibliotecas de la modernidad son, en alguna medida, expresión de esos nuevos
tiempos, y estamos frente a un giro fundamental donde se tiende a abandonar la
concepción de la "biblioteca depósito" dominante en las etapas históricas
precedentes, para ensayar ahora nuevas variantes en la forma de concebir e
implementar estas instituciones.
La biblioteca pública es el tipo de biblioteca más representativa del esquema
bibliotecario proyectado en los marcos de la modernidad. Aunque, como
apuntamos, la biblioteca pública aparece tímidamente en la antigüedad; sus rasgos
en este período son mucho más distintivos e impulsados por las puntuales
características de la modernidad. En ese contexto, la biblioteca pública se concibe
como una institución conformada con una colección universal, de acceso libre y
estructurado en función del público al que debe servir, ya que su existencia se
imbricaba con las demandas de la sociedad industrial.
Este resurgimiento de la biblioteca blica introduce variables antes no
contempladas explícitamente en la institución bibliotecaria; es el caso de la
relevancia que adquiere el acceso a las colecciones por parte de amplias audiencias,
por lo cual, la biblioteca tiende a convertirse en el canon de toda biblioteca, y es la
publica la biblioteca por excelencia. Este primer tiempo de la historia de la
Bibliotecología es posible resumirlo como sigue:
Se delinean las circunstancias originarias de la institución bibliotecaria como
elemento que facilita la comprensión de su identificación, así como su
existencia previa al campo de conocimiento que la estudia.
Se formaliza el establecimiento de la Bibliotecología como nuevo espacio de
conocimiento.
La nota distintiva del campo es la práctica bibliotecaria.
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SEGUNDO TIEMPO: BIBLIOTECOLOGÍA, DOCUMENTO E INFORMACIÓN
Proponer la existencia de un segundo tiempo de la historia de la Bibliotecología no
es tarea simple. Las periodizaciones o los posibles cortes son momentos diferentes
que distinguen la construcción y el desarrollo de un evento que tienen una certeza
relativa. Es incuestionable que el siglo XX es un nuevo escenario histórico que
incide en la Bibliotecología como campo de conocimiento. Este nuevo tiempo tiene
múltiples aristas, imposibles de abordar en estas líneas; por consiguiente, solo se
abordarán aquellas de notable incidencia en el campo bibliotecológico. Este
segundo momento tuvo varias expresiones notables a lo largo del siglo XX, entre la
que se pueden destacar las que siguen:
El conjunto de reflexiones que buscan darle un auténtico carácter de
disciplina académica a la Bibliotecología.
El impacto que tiene sobre el campo bibliotecológico el surgimiento de la
Documentación y la Ciencia de la Información.
La búsqueda de fundamentación teórica de la Bibliotecología
En opinión de Araujo5"El salto teórico-conceptual de este abordaje ocurrió con el
grupo de investigadores reunidos en la Graduate Library School de la Universidad
de Chicago, donde en 1928 fue creado el primer programa doctoral en
Bibliotecología". Sin embargo, la relevancia de este hecho no se limita a la
significación que tuvo para el campo bibliotecológico la oficialización de ese nivel de
enseñanza posgraduada, sino que en realidad en ese contexto se gestó un
movimiento que aspiró a superar el tecnicismo y la normatividad que caracterizaba
a la bibliotecología en el siglo anterior. A partir de este momento se transparentan
en la bibliotecología los esfuerzos por fundarla desde perspectivas teóricas
significativas, provenientes del campo de las ciencias sociales, y especialmente del
funcionalismoc.
La perspectiva que intenta colocarse en el campo bibliotecológico desde los años 20
del siglo XX puede considerarse expresión de la confrontación entre el tecnicismo y
cientificismo. Del primero se han apuntado arriba sus rasgos esenciales, el segundo
tiene la pretensión de otorgarle status científico a esta disciplina. Esta intención es
congruente con el ambiente intelectual y académico de la época, donde la búsqueda
de lo científico está pautada filosóficamente por el positivismo y otras teorías
específicas derivadas de esta, como es el caso del apuntado funcionalismo. Esta
confrontación tiene su mejor expresión en las posiciones de las universidades de
Columbia y Chicago, la primera adscrita a la postura tecnicista y la segunda a la
búsqueda de la cientificidad.
La postura funcionalista, centrada en las funciones de las instituciones en la
sociedad, sirvió de sustento al desarrollo de la tendencia del llamado "grupo o
escuela de Chicago", donde subrayan que el auténtico carácter de las bibliotecas no
estaba en los procesos técnicos, sino en el cumplimiento de funciones sociales.
Estas concepciones quedaron plasmadas en la reflexión más importante de la etapa
elaborada por Peirce Butler, denominada An Introduction to Library Science, de
1933. Según Dotta,7 los puntos de vista de Butler enfatizan en:
La función social de las bibliotecas.
El papel que le otorgan a la investigación científica en el área
bibliotecológica.
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La necesidad de los estudios teóricos en este espacio.
Esta relación entre el funcionalismo y la Bibliotecología expresa la búsqueda de una
fundamentación que legitime al campo como disciplina académica y tuvo
continuidad a lo largo del siglo XX, cuando asumió uno de sus momentos más
relevantes en 1952 con la aparición de la epistemología social de Jesse Shera y
Margaret Egan, corriente de pensamiento que postulaba ser el basamento teórico
de la Bibliotecología. La epistemología social se ubica temporalmente en la
transición entre dos momentos históricos esenciales de la Bibliotecología; nos
anuncia la entrada en este escenario de nuevos actores y muy especialmente el
profundo cambio informacional que se produce en esos años.
LA BIBLIOTECOLOGÍA ANTE EL NACIMIENTO Y DESARROLLO
DE LA DOCUMENTACIÓN Y LA CIENCIA DE LA INFORMACIÓN
La primera mitad del siglo XX se caracteriza por ser una etapa de la historia
cargada de acontecimientos de alta relevancia, entre los que se destacan dos
guerras mundiales, la conformación y el desarrollo de la guerra fría, la existencia y
el desarrollo de un sistema económico y político explícitamente opuesto al
capitalismo, relevantes innovaciones científicas y tecnológicas, así como
transformaciones informacionales significativas.9 Todos ellos influyen de una forma
u otra sobre la bibliotecología y logran su reconfiguración como disciplina científica.
Resulta importante destacar que el marco del acelerado desarrollo tecnológico de
estos años aparecen algunos artefactos, entre los que se encuentran el fonógrafo,
la fotografía, el teléfono, la radio, el cine, la máquina de escribir, entre otros, que
van a tener un significativo impacto en los soportes, registros y medios para
transmitir y preservar información. Todo esto impulsa una situación informacional
muy diferente a los años que le precedieron; este nuevo entorno informativo tuvo
como suceso más expresivo el nacimiento y formalización del llamado Movimiento
Documental, en la tercera década del siglo XX. En síntesis, la opción documental
debe inscribirse en los marcos de una auténtica nueva situación tecnoinformacional,
donde la aparición de nuevas tecnologías y soportes de la información, junto a un
crecimiento de las innovaciones científicas y tecnológicas y la consiguiente creación,
necesidad y uso de información, nos sirven para sintetizar el nuevo entorno
informacional.
La Bibliotecología hasta este momento se había distinguido por centrarse en la
colección de objetos que descansaban en la tecnología de información dominante,
la imprenta; y esos impresos, especialmente el libro, fueron el objeto por
excelencia del quehacer bibliotecario de esos años, que comienza a ser desafiado
con la sucesiva creación e implementación de nuevos productos tecnológicos
capaces de alterar las tradicionales formas de registrar, almacenar y difundir
información.
Los primeros antecedentes del movimiento documental hay que buscarlos en una
práctica, no siempre reconocida con justeza, que dio algunos de los rasgos básicos
que distinguirán a la documentación. Nos referimos a la Bibliografía, actividad
cuyos orígenes se remontan al siglo XV y que fue una especie de respuesta a la
explosión de libros que generó la creación de la imprenta. Estas bibliografías
iniciales no eran más que listas de los libros existentes sobre algún asunto en
diferentes bibliotecas de una región, de un país o de varios países. Esas acciones de
carácter exclusivamente práctico tenían un carácter muy diferente a las de las
bibliotecas; su objetivo no era crear una colección, ni construir una institución
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física, sino inventariar la producción intelectual humana, expresada en diferentes
libros y manuscritos conservados en diferentes bibliotecas. Esta práctica
bibliográfica será retomada por la documentación y se constituirá en uno de sus
rasgos distintivos. Paul Otletdy Henry La Fontainee, fundadores y creadores de la
documentación, trabajaban desde los años 90 del siglo XIX en busca de una
solución al conflicto creado por el cambio informacional-documental que
apuntamos. Estaban convencidos de que la única forma de controlar y manejar las
publicaciones, que crecían de manera vertiginosa, era con la evolución de la "vieja
bibliotecología" a una ciencia nueva: la documentación.
Estas nuevas circunstancias se expresan puntualmente en el campo bibliotecológico
a través de más de un acontecimiento. Por un lado, la Bibliotecología simbolizada
por las bibliotecas públicas conoce de la aparición de un fuerte movimiento de
bibliotecarios especializados, que como afirman Dos Santos y Fonseca,2 "la división
cada vez más profunda entre Bibliotecología y documentación fue acompañada no
solamente de una complejidad institucional cada vez mayor, sino también de serias
dudas sobre los fines y objetivos de las bibliotecas. Los especialistas de la
documentación eran hombres de ciencia que se preocupaban con los problemas
relativos al acceso a los contenidos de los documentos, bajo cualquiera de sus
formas. Y los bibliotecarios, con el desarrollo de las tendencias democráticas en la
sociedad moderna, pasaron a dedicar sus servicios para el público, a través de las
bibliotecas públicas".
Por otra parte, la Bibliotecología, como disciplina, dada la nueva situación, es
examinada a la luz del carácter de sus relaciones con la documentación. Diversos
autores debaten en torno a si estas relaciones son de subordinación, exclusión o
inclusión; es decir, algunos consideraron que la aparición de la documentación
convierte a la Bibliotecología en una disciplina subordinada a esta. Otro punto de
vista consideró que tales disciplinas eran autónomas y, por último, algunos autores
defendieron que estos campos conformarían un nuevo espacio de conocimiento
conjunto.
Por eso, la Bibliotecología comienza a incorporar nuevas nociones y procedimientos
que tienen origen en la documentación. Otlet, al sistematizar su propuesta en el
Tratado de Documentación de 1934, introdujo como uno de sus aspectos centrales
el concepto de documento, y lo definió como cualquier objeto que registre
información. En consecuencia, el libro y el papel dejan de ser los únicos objetos y
soportes. Todo esto condujo a progresivas asimilaciones de esta nueva noción en el
campo bibliotecológico; así las colecciones bibliotecarias cambian su composición y
el término documento comienza a formar parte del conjunto de nociones del
campo.
Si la primera mitad del siglo XX tuvo como novedad en el campo disciplinar la
aparición y el desarrollo de la documentación, la segunda estará marcada por el
surgimiento de una nueva área de estudios: la Ciencia de la Información, que como
considera Carvalho Silva,10 "es relevante afirmar que la base de la construcción
técnica, normativa y científica de la Bibliotecología, especialmente a partir de la
década de 1960, se debe al establecimiento institucional de la relación con la
Ciencia de la Información".10
Resulta importante señalar que la Ciencia de la Información se gesta en un
momento especial, cuya singularidad radica entre otros factores, en la indiscutible
complejidad de los momentos en que se produce su proceso de construcción. El
origen y el desarrollo de la Ciencia de la Información expresa cambios informativos
ocurridos en esos años y sus particulares situaciones informacionales son, a su vez,
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el resultado de eventos acaecidos en todas las dimensiones de la sociedad. Estos
eventos pueden resumirse en:
El elevado crecimiento científico y tecnológico.
La naciente "guerra fría"fcomo expresión geopolítica de la época.
El problema de la explosión de información y la consecuente crisis provocada
por la incapacidad para facilitar su acceso y recuperación.
El desarrollo de las tecnologías de la información y las comunicaciones.
Ese contexto impulsa la creación del nuevo campo que se identifica desde sus
inicios como que "la ciencia de la información" investiga las propiedades y
comportamiento de la información, las fuerzas que rigen su flujo y los medios de
procesarla para su óptima accesibilidad y aprovechamiento (...) ciencia
interdisciplinaria derivada o que está relacionada con la Matemática, Lógica,
Lingüística, Psicología, Tecnología de la computación, Investigación operacional,
Artes gráficas, Comunicación y la Bibliotecología...".11
Puede considerarse que esta ciencia de la información se caracteriza por centrar su
interés, no en la colección de documentos, sino en su difusión de manera más
efectiva y más allá de los registros, en el contenido de estos. En resumen, que es la
información contenida en los documentos el interés puntual de esta nueva área de
estudios.
Otro de los temas que atraviesa la historia de este campo de conocimiento es su
carácter interdisciplinario, en el que resultan notorias sus declaradas relaciones con
la Bibliotecología.11,12 Es precisamente esta característica, la incorporación de
conceptos, teorías y procedimientos en una y otra dirección que evidencia desde la
existencia de esta nueva área de estudios de un campo bibliotecológico diferente,
no solo por lo que aporta a la naciente Ciencia de la Información, sino también por
lo que de esta toma la Bibliotecología. Puede considerarse que en este proceso de
intercambio mutuo, el campo bibliotecológico incorpora de la naciente Ciencia de la
Información los aspectos siguientes:
Se incorpora a la información en diversas conceptualizaciones que se
elaboran en los marcos de la Bibliotecología.
Se enfatiza en que la biblioteca deje de ser entendida únicamente como una
entidad que trabaja solo con libros y publicaciones seriadas, y se subraya
que es la información el elemento que la distingue.
Se incorporan a los procesos técnicos bibliotecológicos procedimientos
creados por la Ciencia de la Información.
La insoslayable presencia de las tecnologías de información y las
comunicaciones en la Ciencia de la Información impulsó la entrada de esa
dimensión tecnológica en la Bibliotecología, particularmente en el terreno de
la organización, representación y recuperación.
Por eso, el objeto de estudio dela Bibliotecología se reformula dadas las nuevas
circunstancias y se instalan propuestas que centran el estudio del área en "la
información",13 "el sistema informativo documental",14 "la información registrada
preparada para tener acceso a ella",15 y "el registro y flujo del conocimiento y de la
información, su circulación social para su uso y organización".16
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Al igual que en este nuevo tiempo se fortalece una tendencia integradora en el
campo informacional y documental, acontecimiento que no es absolutamente una
novedad, desde los orígenes del quehacer informativo, cuando este se reducía a lo
acontecido en el marco de las instituciones (bibliotecas, archivos) y no había
distinciones, estas eran simultáneamente bibliotecas-archivos, que mostraban lo
que es posible calificar como una integración originaria. Otras circunstancias
contribuyeron a la distinción o separación. A pesar de esto, antes del gran giro
informacional de la segunda mitad del siglo XX, hubo señales de esta inclinación
integradora; es el caso de:
La creación y existencia de la Ecole de Chartres desde el siglo XVIII como
entidad formadora de bibliotecarios y archiveros como una unidad.
El movimiento documental que emerge en la tercera década del siglo XX y
que aspiraba a una sola mirada desde el núcleo documental.
El surgimiento y el desarrollo de la versión anglosajona de la Ciencia de la
Información, que en sus formulaciones iníciales aspiraba a una visión
integral del campo informacional.
Posterior a estas señales aparecieron diversos factores que fueron impulsores en la
creación de una nueva situación informacional, acentuada en los finales del siglo
XX, que va a crear el marco capaz de explicar el fenómeno integracionista en el
campo informativo y documental.17 Entre otros, se destacan:
Fuerte impacto de las tecnologías de información y comunicación en todas
las dimensiones de la realidad.
Cambio sustantivo en las perspectivas informacionales centradas en las
instituciones hacia los enfoques centrados en los usuarios.
Surgimiento de instituciones híbridas: se entremezclan los quehaceres
informativos entre una y otra organización de información.
Así, actualmente se fortalece la existencia de cierto consenso en que las
tradicionales áreas informativas comparten el mismo objeto de estudio; se coloca la
integración disciplinar en el campo informacional como un hecho posible,
sustentada en la creencia de quelo importante es la información, documentada o
no, y se convierte esta en el punto unificador de las disciplinas archivísticas,
bibliotecarias y documentales e informacionales. En fin, se trata de un conjunto de
disciplinas que tienen como objeto de estudio a la información en sus disímiles
expresiones, portadores y escenarios, en función de facilitar su acceso y uso.18 Esta
delimitación de un objeto único para un espacio integrador de las disciplinas
informativas no se identifica solo en esta dimensión, sino que en otros planos de la
teoría y la práctica informacional se hace notoria esa integración.
En consecuencia, se hace perceptible con indiscutible fuerza la tendencia a la
integración/convergencia de las tradicionales disciplinas informativas y la aparición
de diversas denominaciones para este proceso: Ciencias de la información, Estudios
de la información, Ciencias de la documentación, Ciencias de la información
documental, entre otros, donde estos términos aspiran a nombrar al conjunto de
disciplinas que dialogan, interactúan y tienen a la información como concepto
básico en el ámbito de sus sistemas conceptuales y prácticos.
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CONCLUSIONES
El proceso de construcción de la Bibliotecología como espacio de conocimiento ha
transitado por circunstancias temporales diversas y marcadamente diferentes. La
formalización puntual de este espacio se inserta en el siglo XIX, donde confluyeron
múltiples factores que facilitaron su establecimiento y que van desde su raigal
conexión con la práctica bibliotecaria hasta la postulación de la disciplina de
estudios. Los años posteriores a su fundación se distinguen por los notables
esfuerzos realizados en la búsqueda de una fundamentación conceptual y teórica
que le permitiese establecer su legitimidad como campo académico y profesional.
De otra parte, la renovación tecnoinformacional y las nuevas situaciones
informacionales caracterizadoras del siglo XX van a impulsar el nacimiento de
noveles áreas de estudio en el campo informacional y documental, donde la
Bibliotecología se inserta, desde entonces, en un inevitable diálogo e intercambio
con los campos de conocimiento recién surgidos.
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Recibido: 16 de marzo de 2015.
Aprobado: 1ro. de mayo de 2015.
Radamés Linares Columbié. Departamento de Ciencias de la Información. Facultad
de Comunicación de la Universidad de La Habana. La Habana, Cuba. Correo
electrónico: radames@fcom.uh.cu
a Surgimiento de la sociedad industrial, Inicio de relevantes innovaciones científicas
y Tecnológicas, hegemonía positivista en el campo intelectual, resurgimiento de la
vida urbana, entre otros.
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b Melvil Dewey en EE:UU impulsa la creación en 1876 de la primera organización
profesional nacional ALA (American Library Asociation), en 1877 la primera escuela
de bibliotecología de nivel universitario(Universidad de Columbia) y la concreción de
la primera publicación profesional del campo "Library Journal".
c Es una corriente que surge en Inglaterra (en los inicios del siglo XX) en las
ciencias sociales, especialmente en la sociología y la antropología social. Su
principal influencia es la del sociólogo francés Émile Durkheim. Autores
significativos son Talcott Parsons y Robert Merton. El funcionalismo estudia la
sociedad intentando comprender, como cada elemento de la sociedad se articula
con los demás formando un todo, y ejerciendo una función dentro de esa sociedad.
Busca explicar los fenómenos sociales realzando el papel de las instituciones en la
sociedad. Si un cambio social promueve el equilibrio armonioso es considerado
funcional y si este elemento promueve lo opuesto a esa armonía y continuación del
sistema, entonces es disfuncional.
d (1868-1944) Belga. Creador y fundador de la Documentación. El primero en
utilizar el término documento, subrayando el valor del contenido, anticipando y
previendo la omnipresencia de la información más allá de los soportes. Padre del
sistema de Clasificación Decimal Universal. Autor de una de las obras cumbres del
terreno informacional, el Tratado de Documentación, publicado en 1934.
e (1854-1943) Creó junto con Otlet, en Bruselas, la Oficina Internacional de
Bibliografía que años más tarde la transformaron en el Instituto Internacional de
Bibliografía. En 1913 recibió el premio Nobel de la Paz.
f (1947-1991)Este concepto designa esencialmente la larga y abierta rivalidad que
enfrentó a EE.UU. y la Unión Soviética y a sus respectivos aliados tras la Segunda
Guerra Mundial. Este conflicto fue la clave de las relaciones internacionales
mundiales durante casi medio siglo y se libró en los frentes político, económico y
propagandístico, pero solo de forma muy limitada en el frente militar.